El origen de la identidad intelectual de Europa radica en la translatio studiorum, la transmisión de una herencia común de conocimientos desde la Antigüedad hasta la Modernidad que proviene del griego clásico, del latín clásico y medieval y del árabe y que se define a sí misma junto a cada una de las linguae vulgares estableciendo un léxico disciplinario para todas las lenguas de Europa. Un nuevo acercamiento a la historia de los conceptos es una apuesta que surge de la necesidad de mantener la continuidad de la tradición cultural frente al menester de transcribirla en nuevos contextos. Cuando Boecio –así lo ha señalado Tullio Gregory en su Alle origini della terminologia filosofica moderna– se puso a traducir a Aristóteles al latín en el siglo sexto, se sintió motivado a emprender esta tarea en primer lugar para mantener viva la tradición clásica del latín y en segundo término para modernizarlo al transcribirlo en los nuevos contextos que se habían abierto por la paradigmática aceptación del aristotelismo. Cuando Kant decidió retomar términos griegos como fenómeno y noúmeno lo hizo porque deseaba, primero, continuar con la tradición de escribir filosofía en alemán, una tradición que tenía sus referentes clásicos en Meister Eckhart y en Martín Lutero y, segundo, revitalizarla transcribiéndola en el nuevo contexto de la Revolución copernicana de la Critica de la razon pura. Los signos lingüísticos son la guía principal en el intercambio de ideas y vocabulario. Con sus transformaciones e hibridaciones constituyen la clave para dar forma a las culturas dentro del dinamismo de su realidad histórica. Las lenguas son fundamentales para los europeos que quieren trabajar conjuntamente, afirma el Comisionado para el Plurilingüismo, Leonard Orban. Optar por el plurilingüismo constituye efectivamente una excelente manera de acercar a los ciudadanos europeos entre sí y se trata además de una acción que realiza una contribución efectiva a la competitividad de la economía europea. De hecho las lenguas no son algo que nos podamos poner y quitar sin más, pues son nuestra propia piel, un órgano que necesitamos para sobrevivir. Las lenguas son el corazón mismo de la unidad en la diversidad de la Unión Europea y se requiere en idéntica medida de todas ellas para destacar la esencia de la identidad intelectual de Europa como opuesta a las identidades intelectuales que se han formado a partir de la opción monolingüe, como es el caso e.g. de los Estados Unidos de América, China y la India. Resulta apremiante considerar la “identidad intelectual” de Europa de acuerdo con el sentido etimológico del verbo alemán verstehen, que está basado en la epistēmē griega: situarse por encima para tener una visión más comprehensiva. El objetivo principal es proporcionar acceso a los textos que han conformado la conciencia intelectual de los europeos desarrollando recursos digitales para la filosofía y las ciencias humanas en las principales lenguas modernas europeas (inglés, francés, alemán, italiano, español y portugués) así como en griego antiguo y en latín. Si bien es cierto que no hay lenguas hegemónicas, también lo es que ninguna lengua pertenece exclusivamente a un grupo concreto de personas: las lenguas constituyen un bien común de todos los europeos, cuya identidad es ciertamente una identidad excéntrica –tal y como la ha definido Rémi Brague– pero continúa siendo no obstante una identidad. Por esta razón la Accademia della Crusca (la primera institución de Europa dedicada únicamente a la investigación de la lengua) ha renombrado como “Piazza delle Lingue d’Europa” a la plaza en la que se halla su sede en la Villa Reale di Castello –en una inscripción, en veintitrés lenguas, que se colocó el 3 de julio del 2007–. Las lenguas son el corazón mismo de la unidad en la diversidad de la Unión Europea y todas ellas son igualmente necesarias para la identidad intelectual de Europa.

Translatio Studiorum e identitad intelectual de Europa

POZZO, Riccardo
2010-01-01

Abstract

El origen de la identidad intelectual de Europa radica en la translatio studiorum, la transmisión de una herencia común de conocimientos desde la Antigüedad hasta la Modernidad que proviene del griego clásico, del latín clásico y medieval y del árabe y que se define a sí misma junto a cada una de las linguae vulgares estableciendo un léxico disciplinario para todas las lenguas de Europa. Un nuevo acercamiento a la historia de los conceptos es una apuesta que surge de la necesidad de mantener la continuidad de la tradición cultural frente al menester de transcribirla en nuevos contextos. Cuando Boecio –así lo ha señalado Tullio Gregory en su Alle origini della terminologia filosofica moderna– se puso a traducir a Aristóteles al latín en el siglo sexto, se sintió motivado a emprender esta tarea en primer lugar para mantener viva la tradición clásica del latín y en segundo término para modernizarlo al transcribirlo en los nuevos contextos que se habían abierto por la paradigmática aceptación del aristotelismo. Cuando Kant decidió retomar términos griegos como fenómeno y noúmeno lo hizo porque deseaba, primero, continuar con la tradición de escribir filosofía en alemán, una tradición que tenía sus referentes clásicos en Meister Eckhart y en Martín Lutero y, segundo, revitalizarla transcribiéndola en el nuevo contexto de la Revolución copernicana de la Critica de la razon pura. Los signos lingüísticos son la guía principal en el intercambio de ideas y vocabulario. Con sus transformaciones e hibridaciones constituyen la clave para dar forma a las culturas dentro del dinamismo de su realidad histórica. Las lenguas son fundamentales para los europeos que quieren trabajar conjuntamente, afirma el Comisionado para el Plurilingüismo, Leonard Orban. Optar por el plurilingüismo constituye efectivamente una excelente manera de acercar a los ciudadanos europeos entre sí y se trata además de una acción que realiza una contribución efectiva a la competitividad de la economía europea. De hecho las lenguas no son algo que nos podamos poner y quitar sin más, pues son nuestra propia piel, un órgano que necesitamos para sobrevivir. Las lenguas son el corazón mismo de la unidad en la diversidad de la Unión Europea y se requiere en idéntica medida de todas ellas para destacar la esencia de la identidad intelectual de Europa como opuesta a las identidades intelectuales que se han formado a partir de la opción monolingüe, como es el caso e.g. de los Estados Unidos de América, China y la India. Resulta apremiante considerar la “identidad intelectual” de Europa de acuerdo con el sentido etimológico del verbo alemán verstehen, que está basado en la epistēmē griega: situarse por encima para tener una visión más comprehensiva. El objetivo principal es proporcionar acceso a los textos que han conformado la conciencia intelectual de los europeos desarrollando recursos digitales para la filosofía y las ciencias humanas en las principales lenguas modernas europeas (inglés, francés, alemán, italiano, español y portugués) así como en griego antiguo y en latín. Si bien es cierto que no hay lenguas hegemónicas, también lo es que ninguna lengua pertenece exclusivamente a un grupo concreto de personas: las lenguas constituyen un bien común de todos los europeos, cuya identidad es ciertamente una identidad excéntrica –tal y como la ha definido Rémi Brague– pero continúa siendo no obstante una identidad. Por esta razón la Accademia della Crusca (la primera institución de Europa dedicada únicamente a la investigación de la lengua) ha renombrado como “Piazza delle Lingue d’Europa” a la plaza en la que se halla su sede en la Villa Reale di Castello –en una inscripción, en veintitrés lenguas, que se colocó el 3 de julio del 2007–. Las lenguas son el corazón mismo de la unidad en la diversidad de la Unión Europea y todas ellas son igualmente necesarias para la identidad intelectual de Europa.
2010
9788425426360
Translatio studiorum; identità intellettuale europea; ipertesti
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Utilizza questo identificativo per citare o creare un link a questo documento: https://hdl.handle.net/11562/341323
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