Negli Stati democratici l’esistenza di collettività locali dotate di autonomia pone il problema della loro tutela dai tentativi di compressione per parte degli altri soggetti dell’ordinamento. Compete al legislatore, cui le Costituzioni rimettono buona parte della disciplina delle autonomie locali, modellare tale garanzia che può estrinsecarsi in forme di accesso diretto alla giustizia costituzionale, come diritto riconosciuto sin dall’art. 11 della Carta europea dell’autonomia locale del 1985. Nel caso italiano, la tutela dell’autonomia locale appare del tutto carente, posto che gli enti locali difettano di qualsiasi sistema di accesso diretto alla Corte costituzionale persino dopo la riforma del Titolo V del 2001, salvo il potere indiretto di proposta d’impugnazione delle leggi statali e regionali conferito dalla cd. legge La Loggia agli organi di raccordo fra enti locali e i livelli superiori di governo. Dal canto suo, la tutela giurisdizionale comune degli enti locali è quasi sempre andata a detrimento dell’autonomia, mentre il principio di sussidiarietà, cui deve ispirarsi l’esercizio delle funzioni amministrative, stenta a trovare una vera giustiziabilità anche per la sua natura ambigua. L’opportunità di prevedere forme di accesso dirette degli enti locali alla giustizia costituzionale pur avendo costellato le principali iniziative fallite di riforma (Comitato Speroni, Bicamerale D’Alema e Bozza di Lorenzago) ha sempre destato critiche nella dottrina per la difficoltà di conciliare la difesa dell’autonomia locale con il buon andamento della giustizia costituzionale per il timore di un eccesso di ricorsi. Nel caso spagnolo, la forte pressione della lobby associazionistica degli enti locali ha portato nel 1999 alla riforma che ha introdotto l’istituto del “conflitto in difesa dell’autonomia locale”, esperibile avanti al Tribunale costituzionale da Comuni e Province nel rispetto di predeterminati requisiti di rappresentatività, avverso leggi statali o delle Comunità Autonome lesive del principio costituzionalmente garantito dell’autonomia locale. Per quanto l’esperienza iberica in materia denoti un sistema di accesso defatigante con un alto tasso di ricorsi inammissibili e un dubbio d’incostituzionalità, l’archetipo spagnolo si configura come una base per la garanzia di tutela dell’autonomia locale che ben può indicare la via da seguire nel caso italiano onde pervenire a una “riforma possibile” che, assicurando l’accesso diretto degli enti locali alla Corte, sia bilanciata da adeguate formule, con sistemi di filtro dei gravami, criteri minimi di rappresentatività e limiti alle norme impugnabili, realizzando così appieno quella tanto preconizzata “Repubblica italiana delle autonomie”.

En los Estados democráticos la existencia de colectividades locales con autonomía presenta el problema de su protección ante los intentos de presión por parte de otros sujetos del ordenamiento. Corresponde al legislador, al cual las Constituciones reconocen buena parte de la disciplina de las autonomías locales, plasmar esta garantía que puede manifestarse en formas de acceso directo a la jurisdicción constitucional, como derecho reconocido ya a partir del art. 11 de la Carta europea de la autonomía local de 1985. En el caso italiano, la tutela de la autonomía local es totalmente inexistente porque los entes locales carecen de cualquier sistema de acceso directo al Tribunal constitucional incluso después de la reforma del Título V de la Constitución de 2001, con excepción del poder indirecto de proposición para impugnar las leyes estatales y regionales que la así llamada ley La Loggia establece para los órganos de conexión entre los entes locales y los niveles superiores de gobierno. Por su parte, la tutela jurisdiccional común de los entes locales ha ido casi siempre en detrimento de la autonomía, mientras el principio de subsidiariedad, al cual tiene que inspirarse el ejercicio de las funciones administrativas, tiene dificultad en encontrar una verdadera justiciabilidad también por su esencia ambigua. La oportunidad de prever formas de acceso directas de los entes locale a la justicia constitucional, a pesar de que ésta haya caracterizado las principales iniciativas fracasadas de reforma (Comité Speroni, Bicameral D’Alema y Texto de Lorenzago) siempre ha provocado críticas en la doctrina debido a la dificultad de compaginar la defensa de la autonomía local con la buena marcha de la justicia constitucional por el temor de un exceso de recursos. En el caso español, la fuerte presión de la lobby asociacionista de los entes locales llevó en 1999 a la reforma que introdujo el instituto del “conflicto en defensa de la autonomía local”, realizable ante el Tribunal constitucional por parte de Municipios y Provincias en el respeto de requisitos predeterminados de representatividad, en contra de las leyes estatales o de las Comunidades Autónomas perjudiciales para el principio constitucionalmente garantizado de la autonomía local. Aunque la experiencia ibérica en materia denota un sistema de acceso extenuante con un nivel elevado de recursos inadmisibles y una duda de inconstitucionalidad, el arquetipo español se configura como una base para la garantía de tutela de la autonomía local que puede indicar el camino para el caso italiano a fin de lograr una “reforma posible” que, asegurando el acceso directo de los entes locales al Tribunal constitucional, sea equilibrada con fórmulas adecuadas, sistemas de filtro de los recursos, criterios mínimos de representatividad y límites a las normas impugnables, realizando así plenamente la tan pronosticada “República italiana de las autonomías”.

L'accesso degli enti locali alla giustizia costituzionale a tutela dell'autonomia: i casi italiano e spagnolo

RATTO TRABUCCO, Fabio
2012-01-01

Abstract

En los Estados democráticos la existencia de colectividades locales con autonomía presenta el problema de su protección ante los intentos de presión por parte de otros sujetos del ordenamiento. Corresponde al legislador, al cual las Constituciones reconocen buena parte de la disciplina de las autonomías locales, plasmar esta garantía que puede manifestarse en formas de acceso directo a la jurisdicción constitucional, como derecho reconocido ya a partir del art. 11 de la Carta europea de la autonomía local de 1985. En el caso italiano, la tutela de la autonomía local es totalmente inexistente porque los entes locales carecen de cualquier sistema de acceso directo al Tribunal constitucional incluso después de la reforma del Título V de la Constitución de 2001, con excepción del poder indirecto de proposición para impugnar las leyes estatales y regionales que la así llamada ley La Loggia establece para los órganos de conexión entre los entes locales y los niveles superiores de gobierno. Por su parte, la tutela jurisdiccional común de los entes locales ha ido casi siempre en detrimento de la autonomía, mientras el principio de subsidiariedad, al cual tiene que inspirarse el ejercicio de las funciones administrativas, tiene dificultad en encontrar una verdadera justiciabilidad también por su esencia ambigua. La oportunidad de prever formas de acceso directas de los entes locale a la justicia constitucional, a pesar de que ésta haya caracterizado las principales iniciativas fracasadas de reforma (Comité Speroni, Bicameral D’Alema y Texto de Lorenzago) siempre ha provocado críticas en la doctrina debido a la dificultad de compaginar la defensa de la autonomía local con la buena marcha de la justicia constitucional por el temor de un exceso de recursos. En el caso español, la fuerte presión de la lobby asociacionista de los entes locales llevó en 1999 a la reforma que introdujo el instituto del “conflicto en defensa de la autonomía local”, realizable ante el Tribunal constitucional por parte de Municipios y Provincias en el respeto de requisitos predeterminados de representatividad, en contra de las leyes estatales o de las Comunidades Autónomas perjudiciales para el principio constitucionalmente garantizado de la autonomía local. Aunque la experiencia ibérica en materia denota un sistema de acceso extenuante con un nivel elevado de recursos inadmisibles y una duda de inconstitucionalidad, el arquetipo español se configura como una base para la garantía de tutela de la autonomía local que puede indicar el camino para el caso italiano a fin de lograr una “reforma posible” que, asegurando el acceso directo de los entes locales al Tribunal constitucional, sea equilibrada con fórmulas adecuadas, sistemas de filtro de los recursos, criterios mínimos de representatividad y límites a las normas impugnables, realizando así plenamente la tan pronosticada “República italiana de las autonomías”.
2012
autonomia locale; tutela; giustizia costituzionale
Negli Stati democratici l’esistenza di collettività locali dotate di autonomia pone il problema della loro tutela dai tentativi di compressione per parte degli altri soggetti dell’ordinamento. Compete al legislatore, cui le Costituzioni rimettono buona parte della disciplina delle autonomie locali, modellare tale garanzia che può estrinsecarsi in forme di accesso diretto alla giustizia costituzionale, come diritto riconosciuto sin dall’art. 11 della Carta europea dell’autonomia locale del 1985. Nel caso italiano, la tutela dell’autonomia locale appare del tutto carente, posto che gli enti locali difettano di qualsiasi sistema di accesso diretto alla Corte costituzionale persino dopo la riforma del Titolo V del 2001, salvo il potere indiretto di proposta d’impugnazione delle leggi statali e regionali conferito dalla cd. legge La Loggia agli organi di raccordo fra enti locali e i livelli superiori di governo. Dal canto suo, la tutela giurisdizionale comune degli enti locali è quasi sempre andata a detrimento dell’autonomia, mentre il principio di sussidiarietà, cui deve ispirarsi l’esercizio delle funzioni amministrative, stenta a trovare una vera giustiziabilità anche per la sua natura ambigua. L’opportunità di prevedere forme di accesso dirette degli enti locali alla giustizia costituzionale pur avendo costellato le principali iniziative fallite di riforma (Comitato Speroni, Bicamerale D’Alema e Bozza di Lorenzago) ha sempre destato critiche nella dottrina per la difficoltà di conciliare la difesa dell’autonomia locale con il buon andamento della giustizia costituzionale per il timore di un eccesso di ricorsi. Nel caso spagnolo, la forte pressione della lobby associazionistica degli enti locali ha portato nel 1999 alla riforma che ha introdotto l’istituto del “conflitto in difesa dell’autonomia locale”, esperibile avanti al Tribunale costituzionale da Comuni e Province nel rispetto di predeterminati requisiti di rappresentatività, avverso leggi statali o delle Comunità Autonome lesive del principio costituzionalmente garantito dell’autonomia locale. Per quanto l’esperienza iberica in materia denoti un sistema di accesso defatigante con un alto tasso di ricorsi inammissibili e un dubbio d’incostituzionalità, l’archetipo spagnolo si configura come una base per la garanzia di tutela dell’autonomia locale che ben può indicare la via da seguire nel caso italiano onde pervenire a una “riforma possibile” che, assicurando l’accesso diretto degli enti locali alla Corte, sia bilanciata da adeguate formule, con sistemi di filtro dei gravami, criteri minimi di rappresentatività e limiti alle norme impugnabili, realizzando così appieno quella tanto preconizzata “Repubblica italiana delle autonomie”.
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